martes, 17 de febrero de 2015

El camino
Cuando tú encuentres el camino otros te encontrarán a tí
Al pasar por el camino serán atraídos hasta tu puerta
y el camino que no puede oírse resonará en tu voz
y el camino que no puede verse se reflejará en tus ojos.
Tao-Te-Ching

CAMINANTE DEL AMOR

1] Tu ya llegaste.
Por lo tanto, siente el placer en cada paso
y no te preocupes con las cosas
que todavía tienes que superar.
No tenemos nada delante de nosotros,
apenas un camino para ser recorrido a cada momento
con alegría.
Cuando practicamos la meditación peregrina,
estamos siempre llegando,
nuestro hogar es el momento actual
y nada más.
2] Por causa de eso, sonríe siempre mientras andas.
Aunque tuvieses que esforzarte un poco
y sentirte ridículo.
Acostúmbrate a sonreír y terminarás alegre.
No tengas miedo de mostrar que estás contento.
3] Si piensas que la paz y la felicidad están siempre adelante,
jamás conseguirás alcanzarlas.
Trata de entender que ambas
son tus compañeras de viaje.
4] Cuando andas, estás masajeando y honrando la tierra.
De la misma manera,
la tierra está tratando de ayudarte a equilibrar tu organismo
y tu mente.
Entiende esta relación y trata de respetarla
Que tus pasos sean dados con la firmeza del león,
la elegancia del tigre,
la dignidad de un emperador.
5] Presta atención a lo que sucede a tu alrededor.
Concéntrate en tu respiración
eso te ayudará a liberarte de los problemas y ansiedades
que tratan de acompañarte en tu camino.
6] Al caminar, no eres tú apenas que te estás moviendo,
sino todas las generaciones pasadas y futuras.
En el mundo llamado "real"
el tiempo es una medida,
pero en el verdadero mundo
no existe nada más allá del momento presente.
Ten plena conciencia que todo lo que ya sucedió
y todo lo que sucederá
está en cada paso tuyo.
7] Diviértete.
Haz de la meditación peregrina
un constante encuentro contigo mismo;
jamás una penitencia en busca de recompensas.
Que siempre crezcan flores
y frutos en los lugares donde tus pies toquen.
El largo camino para la alegría: 
Thay




Alan Watts - Hora De Despertar

LA ESENCIA (Cuento sufí)


Era un apacible día luminoso, de esos que se suceden en la India. Estaban paseando por el bosque un abuelo y su nieto. El niño gozaba del espiritu del buscador, de aquél que quiere hallar respuestas a los grandes misterios de la existencia.
De repente, dijo:
- Abuelo, ¿qué sucede cuando el cuerpo muere?
La voz cansada pero cariñosa del abuelo, dijo:
- Mi querido nieto, el cuerpo muere, pero el ser (sí-mismo) nunca muere. Él está en tí y en mí y en todos los seres, pero es también el ser de todo el universo. Es la esencia sutil que todo lo anima.
- Abuelo, perdona, pero no termino de comprender lo que quieres decirme – replicó con respeto el jovencito.
En el perfecto silencio del bosque, el abuelo y el nieto siguieron paseando.
De pronto, el abuelo dijo:
- Ve hasta aquel árbol y coge un fruto de sus ramas.
El niñito fue hasta el árbol y cogió uno de sus frutos. Luego volvió hasta su abuelo y se lo mostró.
El anciano dijo:
- Ahora quita la cáscara a ese fruto y dime qué ves.
- El fruto, abuelo.
- Abre el fruto. ¿Qué ves?
- Granos, abuelo.
- Coge un grano y ábrelo. ¿Qué ves?
- Minúsculos granitos, abuelo.
- Abre uno. ¿Qué ves ahora?
- Abuelo, nada. No hay nada dentro.
Y el abuelo explicó:
- Esa esencia sutil que tus ojos no pueden ver, querido mío, esa esencia sutil es el ser. Mantiene en pie al gran árbol. Nos mantiene vivos a ti y a mí, como hace que el fuego arda y el río fluya. No ves esa esencia sutil, pero está ahí.
El niño sonrió satisfecho, agarrándose a la mano caliente de su abuelo. El anciano y el muchachito siguieron caminando por el bosque.
Fuente: un pasaje de los Upanishads encontrado en el libro “Cuentos espirituales de la India” de Ramiro A. Calle